Hábitos alimenticios y su relación con la salud mental de los adolescentes

Hábitos alimenticios y su relación con la salud mental de los adolescentes

Tras leer una alarmante noticia en la que se advertía del aumento de trastornos alimenticios en adolescentes de entre 16 y 18 años tras la pandemia, nos pareció oportuno recalcar la importancia que tiene crear una buena relación con la comida en la etapa de la adolescencia para evitar problemas de salud mental ya que, tenemos muy asumidos los problemas físicos que puede traer no contar con unos hábitos alimenticios saludables, pero, solemos olvidar los problemas mentales en los que esto puede derivar.

Debemos tener en cuenta que es más fácil crear hábitos saludables en la infancia y por esto mismo se debe trabajar la relación que tienen los más pequeños con la comida desde dicha etapa. Los padres tienen una tremenda influencia en sus hijos en todos los ámbitos, por lo que, si se busca que los hijos tengan unos hábitos alimenticios saludables, el primer paso es predicar con el ejemplo. El segundo, por otro lado, es la buena comunicación, el respeto y el tacto.  Hablamos expresamente de esto porque estamos acostumbrados a la “mano dura” y al casi nulo uso de la inteligencia emocional, resultando esto en problemas mentales en etapas tan inestables como la adolescencia en la que se producen grandes cambios cognitivos, psicosociales, físicos y emocionales.

“Los niños son pura emoción. Durante los primeros años de vida, la parte emocional del cerebro tiene mucho más peso en lo que somos y lo que hacemos que la parte racional.”

– Tomás Magaña.

Es muy importante hablar con respeto a los más jóvenes y no minimizar sus emociones para que ellos generen una mayor confianza para poder hablar de sus problemas y así ser capaces de ayudarles sin que se sientan juzgados, cosa que en temas relacionados con la autoestima y la percepción corporal es muy importante.

Por otro lado, debemos observar el comportamiento del adolescente con la comida para poder detectar rápidamente conductas que puedan tener origen en un problema de salud o un trastorno alimenticio y así poder tratar el problema rápidamente. Algunas conductas que pueden ser alarmantes son:

  • Miedo intenso a subir de peso.
  • Conductas antisociales a la hora de comer (Come a escondidas, miedo a comer en sitios públicos, etc.).
  • Pide siempre porciones muy pequeñas.
  • Come más de lo normal, rápido y sin masticar.
  • Hablan con disgusto de su cuerpo e imagen.
  • Muchos problemas dentales.
  • Problemas de sequedad en piel.
  • Cambios bruscos en el peso.

Cuando hablamos de una mala relación con la comida no solo nos referimos a trastornos alimenticios tales como la bulimia o la anorexia, también debemos darle gran importancia a la obesidad infantil, que muchas veces tiene origen en una mala gestión de emociones del niño o en un sistema de castigo-recompensa creado por los padres en el que la comida saludable siempre es el castigo.

Referente a la obesidad infantil, se han realizado estudios que han concluido en que la pandemia ha conducido a un gran daño en los hábitos de salud de los niños. Esto se debe a que ha aumentado el sedentarismo, el tiempo en pantallas y han disminuido las horas de sueño en los adultos, afectando esto a los niños a su cargo.

La obesidad tiene consecuencias muy serias a corto y largo plazo, entre ellas:

  • Hipertensión
  • Hiperglucemia
  • Problemas del sueño
  • Trastornos en la piel
  • Diabetes tipo 2

Además, las tasas de mortalidad en adultos que en edad adolescente presentaron un mayor índice de masa corporal son de un 30% superiores.

Pero la obesidad no es solo preocupante por sus vertientes físicas. Hay estudios que demuestran que pacientes obesos presentan tasas más elevadas de alteraciones psiquiátricas, tales como la depresión, la ansiedad, la baja autoestima, fobias, estrés, etc.

En resumen, es fundamental crear hábitos alimenticios saludables desde edades tempranas, cosa en la que los adultos juegan un papel muy importante, y para ello, no debemos olvidar que la comunicación, la empatía y el respeto deben ser primordiales a la hora de ayudar a los más jóvenes a crear dichos hábitos.